El silbido

Un silbido se oía a lo lejos, como llamando a alguien o algo.
 Las risas en el campamento cesaron, estaban todos inmóviles, no debería haber nadie más en aquel pedazo de tierra olvidada por los dioses.
El fuego de la higuera ardía y soltaba chispas al ritmo de las anécdotas sobre lo paranormal.
D. era el único que no hablaba, se limitaba a escuchar y comer sus caramelos mientras observaba el fuego fijamente.
Ahora permanecían todos en silencio, escuchando. El silbido no parecía venir de un lugar, sino de todos al mismo tiempo.
D. dejo los caramelos a un lado, sin despegar los ojos del fuego, se levantó y comenzó a entrar en aquel bosque el silbido se intensificaba y el fuego ardía y crepitaba con más violencia, se oían risas y gritos y el constante e incansable silbido.
Nadie pudo detener a D. de entrar en el bosque, nadie volvió a ver a D., nadie supo que pasó aquella noche.
Nadie sabe que a la madrugada si miras directo al fuego puedes ver a D. aún silbando aquella melodía, mientras camina por el sin fin del bosque.
Nadie sabe que si comienzo a silbar, el la continuará...

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