Me había
cansado de la compañía de las personas, me había acostumbrado a la soledad y
ella era la mejor compañía que tenia, y parecía que fuera a propósito pero dónde
pasaba la gente quería estar conmigo, la gente me buscaba y en ocasiones hasta
han llegado a seguirme.
La gente
parecía siempre sentirse más atraída hacia la persona que menos los quería por
cerca y eso lo había ya repetido un millón de veces, pero era inútil, ellos
jamás notaban las indirectas y pues, aunque orgullosa y vanidosa y un tanto muy
hija de puta en ocasiones, mi educación me obligaba a ser gentil no podía
echarlos, ni ignorarlos, no podía ser malcriada y hacer que me odien y, aunque
a veces lo había intentado, ellos seguían viéndolo todo como algo maravilloso,
como la única cría en un grupo de Adultos a los que cualquier gesto les parece
tiernamente hermoso por más horrible que este fuera.
Me
criticaban y en ocasiones me odiaban por mi indiferencia, por el resto de la
gente que me buscaba, por no querer tener tiempo suficiente para todos, pero
aún así no lograba alejarlos, se apegaban como garrapatas. Cada uno a su forma
intentaban complacerme de un modo que yo quisiera quedarme. Cumpliendo mis
antojos, dándome objetos de mi adoración, complaciendo mi vanidad u orgullo, y
eran en el fondo frases tan vacías, cosas tan mundanas, nada tenía un valor
real solo buscaban obligarme a quedarme, si no fuera por agrado, por educación.
Juro que
nunca entendí por qué querer cerca de ti a alguien que sabes que ama más la
soledad que estar contigo. Y no es que nunca hubiera conocido una persona
interesante, había conocido algunas, pero llegaba un punto (generalmente más
temprano de lo que esperaría) que buscaba la soledad, porque aun era más
interesante que todo eso, hablar conmigo misma, escuchar a mi conciencia,
tomarme un café como si estuviese conociendo a una nueva persona, y cual era
siempre mi sorpresa al darme cuenta que podía conocer un aspecto diferente de
mi cada vez que conversara sinceramente conmigo misma. Ganaba más conociéndome
a mí, que conociéndolos a ellos.
Y así me
sentaba como casi cada día o noche libre en mi vida, ignorando mensajes,
inventando excusas y pronunciando pretextos de la forma más falsamente gentil
que pudiera.
Comentarios
Publicar un comentario