Y así se levantaba, juntaba sus maletas y se iba por milésima vez.
Hacían ya tantos años que buscaba algún lugar, pero cada vez que, creía, encontraba uno, aquellas viejas heridas se abrían, jamás encontraría su lugar y el lo sabía.Decidió entonces en un rojo atardecer irse, volar por siempre, esta vez, ya nadie sabría donde encontrarlo, ya nadie lo vería, y ya nadie abriría sus viejas heridas.
Así me fui,
lejos de todo y todos; así me fui, siendo aquel rebelde que quiere ir en
contra de la vida; así me fui para dejar de sufrir por viejos errores, por
viejos dolores, por viejas historias de una vida no vivida.
De esta
forma fue que un día finalmente volé, para ya nunca volver, abrí mis alas y por
fin salté dentro de aquel abismo, dentro de aquel infierno para alzar vuelo al
cielo, y un día llegaría a estar en la cima del mundo, un día me vería fuera de
aquel abismo, miraría desde arriba, en la punta más alta de una montaña y vería
a lo que sobreviví.
En aquel
vuelo Fui arropado por miedos y sueños, fui derrumbado y levantado y fui
pisado. Fui una burla, fui criticado, fui ayudado y fui olvidado. Y en ocasiones
parecía más una escalada al monte Everest que un vuelo.
Nadie había
dicho que vivir sería tan fácil como sobrevivir, y aun así, yo abría mis alas y
saltaba sin pensarlo, con aquel corazón moribundo galopando lo más rápido que
podía y por instantes casi dejando de latir, yo saltaba, saltaba y caía, y en
cada aleteo intentaba erguirme.
Así fue
como decidí finalmente volar y dejar aquel infierno atrás, así decidí salir del
abismo y hoy estoy aquí, aun aleteando por vivir, y un día estaré allá, en la
cima del Everest con mi bandera plantada junto a la tantos habiendo pasado por
la bandera de tantos que quedaron en el camino, pero no será la mía la que vean en
la mitad, yo estaré allí en la cima, viendo a lo que sobreviví…
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