“Quien no
arriesga, no gana...”
Y es que si
había algo que me molestaba no era perder, era dejarme vencer.
Al perder
aprendemos siempre algo: nuestros límites, nuestras debilidades, nuestros
errores. Pero al dejarnos vencer solo nos queda la duda de que habría pasado sí…
Podía
convivir con mis derrotas, aunque fuera una lista más larga de lo que me gustaría
admitir en voz alta y aunque en su momento algunas hayan dolido.
No recuerdo
si alguna vez me deje vencer realmente, preferiría huir antes que admitir que
me rendía, pero usualmente era tan curiosa que, si no por mí, iría hasta el
final por mera curiosidad… o tal vez idiotez sea la mejor forma de llamarlo.
Pero,
derrotada o rendida, aquí estaba yo de nuevo, inventando excusas para huir,
haciendo malabares con los días para no notarlos y que solo se fueran.
Aquí estaba
otra vez, repitiendo frases inútiles y estúpidas, buscando pretextos, poniendo
excusas, pero, a quien engañaría? Si ni yo me las creía.
Y aquí estaba
yo, huyendo… otra vez…
Comentarios
Publicar un comentario