Pronunciaba
tu nombre, queriendo tener El de alguien más por pronunciar, y te dabas cuenta
de esa queja silenciosa, no pronunciada.
Y es que,
aunque divertida, esta forma de vivir en ocasiones se me hacia tan vacía. En ocasiones,
en muy pocas de hecho, se necesitaba un algo a mas por lo que vivir, un sentir
que te demuestre que aun eres humana, ser parte de esa masa de gente tonta que tantas
veces habían sido solo juguetes.
A veces
necesitaba algo en lo que creer, un beso que me convenza de algo que me parecía
tonto, o unos brazos en los que dejarse caer. A veces solo quería saber que
sería sentir realmente, que sería ese mundo que las personas pintan de algo tan
maravilloso y doloroso al mismo tiempo. Pero era simplemente imposible, las
personas no significaban nada, solo eran un momento, una noche, un juego, luego
me cansaban y volvía a ese deseo de estar sola en todos los momentos que
pudiera, o estar solo con amigos, ese sentimiento de no necesitar a nada más,
de agradecer el no saber amar.
No sabia si
algo estaba mal en mi o es que vivía en un mundo equivocado. No quería creer
que esa cosa patética de vivir para amar y sufrir por una persona a la que no
le importas (y probablemente nunca lo hayas hecho), pero no podían estar
equivocadas todas las personas que conocía.
Leía
posibles trastornos que los psicólogos se inventaban con nombres raros para
este tipo de cosa, pero ninguna persona que pensase igual o que me diera un
motivo real. E intentaba ir en contra de esto, darle una oportunidad a algo o a
alguien, a lo que fuera en realidad, pero al final del día me daba cuenta que
no tenía sentido nada de lo que intentara, todo era igual, lo sentía igual.
Y volvía a
encerrarme en soledad hasta el momento en que volviera a tener ganas de
intentarlo y me preguntara nuevamente sobre los motivos. pero a quien quería
engañar, tal vez simplemente amaba a mi soledad y eso no cambiaría por nada.
Comentarios
Publicar un comentario