Lo admito... solo por hoy

Golpeé la puerta de su cuarto y AL verme parado allí me miró con aquella expresión de confusión
–“Qué te has olvidado?”Me preguntó, no hacía más de quince minutos que le había dicho que me iba a dormir
-“Nada solo no puedo dormir, así que decidí ver la peli con vosotros” dije viendo que aun estaba en el principio la película.
-“pasa, quieres otro café?”
-“gracias” dije y me senté en la cama.
No tenía realmente ningún interés en aquella película, pero esa noche me sentía tan vacio, no quería encerrarme en mi frio cuarto a escuchar los sonidos de la calle, mientras las fotos de mis murales me acusaban en sus miradas.
No, no quería quedarme allí con ellos y trabajar al otro día con sueño, quería irme a dormir, pero mi mente no me dejaría descansar tan fácilmente, algo sobre el presente, el futuro, o quizás el pasado, inquietaba mi ser.
No, no me apetecía compartir un café. Me sentía vacío, y ellos eran el único conforto cerca.
Tal vez es horrible decir esto en voz alta, pero la verdad es que los usaba. Los usaba para ocultar mi soledad, para callar mi dolor, para tener un motivo para mantenerme en pie (aunque este fuera solo el orgullo de que nadie me viera caer).

Los usaba para apoyarme en ellos cuando no había nada más, mientras los engañaba con tontas frases, con bobos chistes, con cuentitos de niños para que no se dieran cuenta que me apoyaba en ellos para levantarme, para que no me vieran sacudirme el polvo de las caídas, para no notaran las heridas que ocultaba bajo el maquillaje.


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