bufones...

No era más que un payaso con un sombrero tonto en tu día a día, haciendo el ridículo por verte reír, pero los chistes se me terminaban, mi gracioso gorro se iba descociendo y mi maquillaje empezaba a borrarse.
Entonces me observé frente al espejo, me quite el desgastado sombrero, limpié mi rostro del maquillaje y cubrí mis coloridas ropas de bufón con el negro tapado. Me había cansado de ser tu payaso, de entregar el alma por tus sonrisas, de disfrazarme de burlas.
Me levanté y salí andando bajo aquella lluvia de otoño, hasta que llegué a la ciudad, quemé aquellas graciosas ropas y aquellos viejos chistes, me quité el polvo y me rehíce, el juego había terminado.
O al menos eso creí yo, pasó poco tiempo hasta darme cuenta que no, el juego no había acabo, solo había girado. Yo ya no entregaba nada por verte sonreír, pero tú intentabas usar aquellos viejos chistes que yo ya sabía de memoria, que ya solo eran frases sin gracia alguna.
El juego había cambiado, hoy tu usabas el descocido sombrero y yo vivía.
Hoy tú contabas los chistes y yo los olvidaba.
Hoy tú usabas el maquillaje y yo salía a cara lavada.
Hoy el mundo había dado sus vueltas, y te tocaba usar el traje de bufón.
Hoy yo había rehecho mi vida y hoy me habían contado los pájaros que tú eres el payaso de alguien más.
El show había acabado para mi y empezado para ti.

Rómpete una pierna.


Comentarios