-Vamos de
viaje- Le dije de repente. Me miró, dudando
-A Dónde?- fue
todo lo que preguntó
-Desde
cuando eso importa?- Respondí
Realmente
no importaba a donde iríamos, no importaba como llegaríamos, ni importaba
cuando volveríamos, o siquiera si lo haríamos, eso jamás importaba en mi mundo.
Las cosas simplemente sucedían.
Estaba tan cansada de esa rutina, de esa estúpida
forma de vida cotidiana. Pero no iría sola, una parte de mi se aferraba a la idea
de arrastrarlo en mi locura; al final y a pesar de todo siempre usaba a alguien
para acompañarme en mis locuras, creo que nunca había importado en verdad quien
fuera.
Sonrió, esa
fue su única respuesta a mi propuesta. No era tan fácil como las otras veces,
conocía el juego mejor que mis anteriores juguetes y, aunque no entendiera del
todo mi forma de jugar, el también jugaba.
Mentiría si
dijera que no era divertido, mentiría si dijera que no me había ganado un par
de veces (o tal vez más que un par), pero tampoco diría la verdad. Jamás le admitiría
una victoria, aunque el se las anotara en silencio.
Salimos esa
mañana, el tablero de puntuación estaba empatado. Nos fuimos siguiendo por
algunas cuadras, y ya no recuerdo en qué ciudad lo perdí ni cuando dejamos de
seguirnos el rastro, pero no lo he vuelto a ver
Comentarios
Publicar un comentario