A pesar de
mis tantas negativas, un día me hurtaste lo que tanto de mí querías, aquel “si”
quedo brotaba de mis labios, ya no tenían fuerzas mis sentidos, ni razones mi
razón para apartar tus brazos de mi cintura, para cubrir mis labios, para pronunciar
un dudoso “no”.
Y creíste
que te salvaba, que yo era lo que necesitabas, creíste que venir a mí era tu
solución. Quemaba en mí un infierno tan ardiente que el fuego que te quemaba
cuando te acercabas, te cegó, creíste que veías un paraíso, decías que tu
infierno de seguro era de hielo si yo era todo aquel fuego.
Intenté alejarte,
quité tus brazos de mi cintura mil y una veces, pero tú los apoyaste mil y dos.
Me cubrí los labios para evitar tus besos y tú besaste mis manos. Y cerré mis
ojos para que los tuyos no me llamaran, pero me llamabas a susurros.
Intentaba advertirte
y no hacías casos de mis quejas
Intentaba alejarte
y me dejabas sin salidas.
Intentaba salvarte
y destruías mis barreras.
Y me
salvaste, callaste a mis sentidos que tanto gritaban, quitaste mis manos que cubrían
mis labios y abriste mis ojos a un mundo de deseos.
Pero mi
infierno era más fuerte, y viste demasiado tarde que lo que quemaba no era
pasión, ese fuego no era amor, y lejos del paraíso estabas.
Intentabas salvarme
y yo te destruí.
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