Y, a pesar
de que aún es temprano para esto, aquí están mis doce brindis del año, que son,
también, doce brindis a la vida:
- A las caídas, que nos enseñaron a levantarnos.
- A los recomienzos, que nos ayudaron a rehacernos.
- A las sonrisas, que nos ayudaron a mantenernos.
- a las lágrimas, que limpiaron las heridas para que sanen.
- A las cicatrices, que nos hicieron únicos.
- A los que nos derrumbaron y nos hirieron, que nos ayudaron a crescer
- A los que, aunque a veces sin saberlo, nos ayudaron a levantarnos.
- A los sueños, que nos dan motivos para seguir.
- Y al orgullo, claro, que nos obliga a aguantar cualquier tormenta en pie.
- Al amor y a la falta de él; al dolor y al placer.
- A todos aquellos que ya olvidé porque, de buena o mala manera, me hicieron crecer y me enseñaron a ser quien soy.
- Y, por último, a mí por caer, por levantarme, por reir, por llorar, por amar y, por qué no, por odiar. A mí porque a pesar de todas las veces que caí nunca me rendí. A mí porque gracias a mi hoy estoy aquí.
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