-“como
puedes contarme todo eso con una sonrisa?” un día me preguntaste.
A veces,
después de tantos años, de tantas cosas nos acostumbramos a mentir y fingimos
hasta sin darnos cuentas.
Al
principio, parece imposible que una leve sonrisa pueda amenizar las cosas, y
luego descubres que esa leve sonrisa calma tu tristeza y se siente tan lindo
poder esconder las lagrimas y sonreír de un modo estúpido.
Sentarse a
mirar la playa, arena, el agua calma y ruidosa, el aroma de la suave brisa del
mar, ver el día clarear, a los perros callejeros jugando, pájaros cantando, y
entonces, sonreír basta para relajarte, aunque no sepas el por qué y puedes
decir “estoy bien” no importa qué te hayan hecho, y no importa cuánto duela,
estás bien, y eso no cambiará.
Nada de lo que
pasó desaparecerá, pero estás bien, y cuando no lo estés, encontrarás de nuevo
esa paz y, escondiendo de nuevo las lágrimas, volverás a reír como tonto;
reirás sin saber siquiera de qué.
Volverás a
reír, una y otra vez, sin importar cuánto duela, volverás a reír.
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