-Estrellas – Suspiro, observando el cielo – Algún día subiré allí con ellas – continuó saltando la cuerda – un día, saltaré tan alto que las alcanzaré.
La observe:
sonreía como si las estrellas estuvieran posadas en las hojas de algún árbol, o
se deslizaran por las tejas de su casa.
No vi, sino
hasta entonces, que mis ojos habían cambiado, algo los nublaba, ya solo veía
realidad y lógica. Mis ojos, antaño soñadores, hoy eran incapaz de ver la
lógica de los sueños, las ninfas correteando por el césped, o las hormigas
bailando al sonido de las chicharras, que entonaban un día a Bach y al otro a
Vivaldi.
Su risa al
prometer que un día llegaría a jugar entre estrellas de infinitas puntitas
brillantes quitó aquel manto de mis ojos, tejido de cuentas, lógica y frases
sobre “crecer”. Ahora lo veía tan claramente como había clavado mis pies al
piso, como había dejado de intentar volar, de viajar a diferentes realidades.
Vi al
dragón que volaba junto a mi hace algunos años, vi mi varita mágica hecha de la
rama que un pajarito me había regalado una mañana de domingo.
“Saltaré tan alto que un día jugaré entre las estrellas más brillantes”
Me recordó
las ganas de vivir, los motivos que me había dejado olvidados en mi castillo de
cartón, junto a la sala donde un osito de peluche tocaba la guitarra y una
muñeca de trapo golpeaba una batería de cuadernos, mientras yo cantaba sentada
en un piano de almohadas.
Volví a dar
“play” a aquella fiesta del té y me arreglé para la fiesta en un castillo, vi a
las ninfas abrir las flores de primaveer4a y me clavé una espina al arrancar
una rosa de un príncipe de traje verde.
“jugaré con las estrellas, saltaré muy alto y tomaremos un buen té”
Me desclavé
los pies del piso y volé..
Entonces
volví a vivir.
Pd: de vez
en cuando vuelo muy alto y veo a la niña sentada sobre la estrella más
brillante, con su tacita de flores rosas tomando el té.
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