Entonces,
así de repente, me enamoraron sus letras.
Comprendí porqué
a ella le gustaban tanto los amores prohibidos.
Ahí me encontraba, frente a una pantalla, revisando
las redes sociales de una persona que jamás conocí, cosas de días, semanas y
hasta meses atrás, simplemente no podía parar. “Stalkear” creo que lo llaman,
como podría yo saberlo? yo que apenas me llevo con el twitter y el blog. El
punto es que aquí estoy, aun viendo sus redes, imaginándolo escribiendo,
pensando, suspirando cada letra, cada palabra que aquí posteaba.
Aquí estoy,
leyéndolo en silencio, amándolo sin siquiera conocerlo.
“No puedes
amar a alguien que no conoces”
Le había
dicho una vez y ella sonrió, con esa media sonrisa que me llenaba de intrigas y
de odio, porque sabía que se estaba callando la respuesta, que me dejaba creer
que ganaba.
Pero, a
pesar de ello, Aquí estaba, enamorándome de un completo desconocido, yo no
sabía su nombre real, no conocía su rostro, ni había escuchado jamás el sonido
de su voz al leer un poema, pero suspiraba entre cada una de sus letras,
imaginaba su caligrafía al escribir…
Y aquí estaba,
odiándola, odiando esa media sonrisa otra vez, odiando admitir que me había
ganado otra vez, leyendo un párrafo de él, entre sorbo y sorbo a mi taza de té.
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