El Bufón


Todo se derrumbaba otra vez. “no es mi culpa, sé que no es.” Se decía el triste bufón. “yo no elegí quien soy”.

A todos animaba, pero nadie quería animarle a él, a nadie le importaba su marchita y cansada sonrisa. El bufón solo valía su acto, sus chistes, su graciosa vestimenta.

 “es hora de otro show, la gente debe divertirse” se decía cada mañana dibujando su sonrisa, cubriendo las cicatrices de su soledad y secando las frías lágrimas de otra insomne noche, al final él era “El bufón” y nada más, pero eso poco importaba, el bufón estaba acostumbrado, jamás había tenido un nombre, otra profesión o una vida de verdad.

Se ponía aquella graciosa ropa gastada por tantas actuaciones una vez más y salía a buscar lágrimas para secar, penas que guardar, viejas puertas que cerrar… y todos sus demonios andaban en libertad, destrozándolo todo a su paso, revirando todo su mundo, reabriendo puertas, heridas, dolores… pero él era El bufón y debía continuar y divertir sin importarse. “yo soy El bufón” decía mientras bailaba sonriendo y una lágrima silenciosa rodaba por su rostro…

“yo soy El bufón, y la función debe continuar”

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