Duele,
verdad?
Es como si
tuvieras algo, justo allí en el centro de tu pecho. Como si una flecha
envenenada lo traspasar, como si algo te quitara la voz y te devorara desde
dentro, justo desde ahí, desde el centro de tu pecho.
Es eso, esa
ráfaga fría que te recorre, que acierta con esa flecha y se esparce por tus
venas, rápido, fugaz, sin que lo puedas evitar.
Es como esa
escena en las películas cuando le disparan a alguien y todo queda quieto,
inmóvil, en suspenso, unos instantes antes de morir. Tú no has muerto, tu
cuerpo aún vive, aún te mueves y un médico te sonreiría y te diría que todo
esta bien. Pero no, no lo está.
Esa bala
fue directo hacia ti, aquella que disparó cuando dijo adiós esa mañana antes de
cruzar el viejo portal.
No, esa
bala no mató tu cuerpo, pero atravesó tu alma, no es así?
Y ahora te
duele justo allí, en el centro de tu pecho, allí donde solía estar tu corazón…
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