Rotos

Rotos.
Al fin de cuentas, todos estábamos algo rotos por dentro.
La niña que cantaba en su balcón y el niño que tomaba café con mucha azúcar para recordar el dulzor de aquellos labios.
Todos estábamos algo rotos, a nuestra manera.
Aquella que vivía en una habitación que se caía a pedazos y el chico que pasaba las noches en las plazas.
Todos estábamos algo rotos por dentro.
La señora que jamás volvió a ver a su hijo y el hijo que nunca tuvo padres.
La novia que nunca se casó y el príncipe que llegó tarde al rescate.
Y así caminábamos por el mundo, rotos, pegando pedazos ajenos cual muñecos de trapos para cubrir nuestros huecos.
Así ibamos, hiriendo y dejandonos herir, sufriendo porque alguien que ya sufrió.
El mundo daba vueltas, sufríamos y hacíamos sufrir, ajenos a las heridas de otros y tan apegados a las nuestras.
Todos estábamos algo rotos por dentro.
Algo rotos...
Rotos...
Muy rotos...





Comentarios