Tus medias

Tus medias sobre la cama, algunos cuadernos y un libro de bukowski; un gato y unas galletas con chips de chocolate que jamás supe si realmente te gustaban.
Tu no estabas aquí, pero la filosofía había quedado en el cuarto y tu perfume en la sábana.
Las marcas de tus caricias se mezclaban con mis tatuajes.
El sabor de tus labios estaba en mi café.
El sonido de tu voz resonaba en cada tecla presionada del viejo piano.
Tus caricias, tus besos, tu voz, tu cuerpo, tu...
Una cama, un café, algunas galletas, la lluvia y la música.
Tus medias a rayas sobre mi cama, las huellas de tus botas sobre mi jardín y un arete sobre la mesa de la cocina.
La rosa blanca que juntaste de la calle aquella tarde de lluvia, el Baileys para el café y las cerezas que ponías en las copas de champagne.
Todo tenía tu aroma, tu esencia, tu nombre.
Y estaban hoy tus medias a rayas sobre mi cama, justo al lado de la toalla y el recuerdo de tu figura sobre mis sábanas.
Hoy, hasta mi gato te recordaba, melancólico, acostado sobre la hebilla de flores que olvidaste sobre mi almohada.
Hoy, todo aquí huele a ti.
El día había amanecido con tu perfume, este otoño las flores no se habían marchitado.
Este otoño tenía la frescura de tus labios y la suavidad de tu pálida piel.
El colchón de hojas caídas de mi jardín tenía la forma de tu cintura, mi cuarto aún olía a flores y el cigarro dibujaba con el humo tu nombre.
EL café tenía el sabor de tus labios y bukowski me hablaba con tu voz.
Este otoño, tus medias sobre mi cama me recordaban que ya no estabas.


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