El Hombre y El Cuervo

- ¿Miedo, mi Lord? – Preguntó como si no comprendiera la palabra- Si, miedo señor Cuervo, miedo a perderla, supongo
- Los humanos jamás dejan de sorprenderme- dijo el cuervo, lo miré, sin entender realmente a qué se refería
- Tienes miedo de perderla?- Prosiguió - ¿Cuándo ella siempre le ha sido fiel y sincera, mi Lord? – Me sentí un tonto – Tienes miedo de decir que eres libre, aunque quieras unir esa libertad a la de ella? ¿Tiene miedo de decirle las verdades que ella ya sabe? Es decir, Señor, que prefiere mentirle y llamarla loca y mentirosa cuando ella descubra sus mentiras. ¿Prefiere entonces, mi Señor, esto antes que serle tan sincero como Ella le ha sido?
- Suena tonto si lo describes de esa forma, Cuervo – Le dije pensativo – ¿Los cuervos no tienen miedo?
- De perder el lugar que amamos? No, mi Señor, no lo tenemos. Somos aves, volamos cuando queremos volar y volvemos a los lugares que más quisimos, cada vez que queramos. No, mi Lord, las aves somos seres libres no tenemos ese tipo de miedo que los humanos conocen.
- ¿y si el lugar que tanto han amado ya no está allí cuando vuelvan?

- Los arboles no se mueven. Los lugares que amamos siempre están allí, para eso lo cuidamos, o al menos intentamos no destruirlos. Usted, Mi Señor, está destruyendo su árbol, lo destruye a machetazos de mentiras e indiferencia. Cuando usted vuelva, mi Lord, su árbol ya no estará allí, su árbol habrá caído.

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