Adios.

 Entonces abrí la pequeña caja, y allí estaba, acomodado como si fuera la joya más valiosa del mundo. Aquel pequeño colgante reposaba frente a mis ojos, símbolo de cuánto te quise; símbolo de cuánto me quisiste; símbolo de cuánto dolor nos causamos. Allí estaba para recordarme que quererte tanto no significaba que funcionaría, no significaba que sería eterno.

Allí estaba aquel pequeño colgante gritando a los cuatro vientos que el amor no era un idioma universal (quien diría que aquella vieja discusión de twitter me daría la razón de una manera tan tangible?), para mostrarme que el amor no era suficiente para vencerlo todo; allí estaba para demostrar, que irse también es amar, que la distancia y elsilencio no son olvido, no bastan para quebrar un sentimiento, que decir adiós es la muestra de amor más pura... y más dolorosa.

Allí estaba aquel pequeño colgante, insignificante ante los ojos indiferentes, que solo ven joyas en oro y plata, en piedras preciosas, en colgantes con precios elevadisimos, allí estaba un pequeño recuerdo traido de un viaje, un pequeño momento que habias dedicado tu mente a mi nombre, allí arropados en una cajita de joyas, forrada por completo del azul más lindo y cuidado que podria haber, como si del cristal más caro se tratase, los tres minutos más valiosos que me habias dedicado.

Allí, cuidadosamente acomodado estaba aquel pequeño colgante para demostrarme que una vez, aunque tan solo sea una vez, por un brevisimo tiempo de mi vida, supe querer, aprendí a amar y, con el corazon en las manos, encogido y herido, pero calido como el más dulce sol de invierno, una vez, aprendí a decir Adiós.


Comentarios